Domingo de confinamiento, suena el teléfono del abogado Juan Gonzalo Ospina, para que asista de forma particular a un detenido por violencia de género, uno de los pocos tipos de procedimiento que se han seguido tramitando por considerarse de urgencia por su carácter esencial. En época normal, el letrado se trasladaría a la comisaría, se sentaría junto a su cliente y le atendería ante el policía. En tiempo de COVID-19, todo cambia.
Ese domingo, el caso es real, Ospina se puso en contacto con el colegio de abogados de Madrid para poner en marcha el protocolo de asistencia telemática, que integra a jueces, fiscales, funcionarios, policías, guardias civiles y letrados.