No se podía demostrar su origen y tampoco que los acusados conocieran de dónde procedían los objetos. Los cuatro quedaron en libertad. Una buena prueba del conocido principio de “in dubio pro reo”. En caso de duda a favor del reo.
La acusación que se articuló contra los cuatro fue de un supuesto delito de receptación, puesto que no se pudo probar que los hubieran hurtado.
El Joven abogado y diputado Juan Gonzalo Ospina añadió que «Cuando surge un atisbo de duda, por ínfimo que sea, procede el dictado de una sentencia absolutoria”.