A mediados de julio del año pasado, G.L.G. regresaba en coche a su casa en la localidad malagueña de Fuengirola tras pasar la tarde en la playa en compañía de su madre, cuando fue dado el alto por la Policía Nacional. De la furgoneta policial se bajaron 5 agentes que a los que el investigado reconoció de inmediato porque guardaba cierta enemistad con ellos.
Una vez detenido el vehículo, los policías le informan de su detención por un delito de quebrantamiento de la orden de alejamiento vigente entre él y su pareja, al haberles visto esa tarde juntos en el mismo vehículo.
El abogado de la defensa, ejercida por el socio de Ospina Abogados, Juan Gonzalo Ospina, denunció desde el primer momento “la mala actuación y el trato peyorativo de los agentes” hacia su representado, así como “la falta de indicios irrefutables necesarios para proceder con cualquier detención”, con el objetivo de conseguir “encausarle por un delito que no había cometido”.