Los propietarios y empleados de una inmobiliaria de Huelva conformaron un entramado para estafar tanto a sus clientes como a empleados recién contratados, a quienes utilizaban como muleros
Los estafadores utilizaron a los nuevos empleados como receptores del dinero estafado. Para ello, ofrecían contratos de trabajo ficticios, y contactaban con las víctimas a través de las redes sociales.
La tarea era sencilla: hacer transferencias a cuentas radicadas en países extranjeros. El dinero provenía del robo previo a los clientes de la inmobiliaria, inoculándoles en virus informáticos.
Juan Gonzalo Ospina, experto en delitos informáticos, ha conseguido que el juzgado de instrucción estime la absolución de uno de los muleros al demostrar que no era consciente de la estafa.